Jerusalén Este es un nervio en carne viva del problema de Oriente Medio por estar llamada a ser -para los árabes- la capital del futuro estado que vendrá a sustituir a la actual Autoridad Nacional Palestina (ANP) que preside Yaser Arafat.
De mayoría de población árabe en 1967, cuando Israel se apoderó de ella en la Guerra de los Seis Días, esta parte de la simbólica ciudad ha sido progresivamente "judeizada" por los sucesivos gobiernos israelíes.
Y ya a finales de 1994 el número de los judíos en Jerusalén Este había llegado a ciento sesenta y cinco mil mientras que el de los palestinos era de ciento cincuenta mil: la mancha de aceite siguió extendiéndose después.
Ahora, el anuncio hecho por Netanyahu de construir en el barrio de Har Jomá (Monte de la muralla), en Yebel Abu Ghneim, seis mil quinientas viviendas israelíes ha vuelto a encrespar los ánimos de los palestinos de Jerusalén, cuyo líder, Faisal Huseini, afirmó que este nuevo asentamiento supondrá "la sentencia de muerte de los acuerdos de paz de Oslo".
"Tenemos que defender nuestro corazón y Jerusalén es nuestro corazón", suelen decir los palestinos. Algunos van hoy más lejos, amenazan con otra "intifada" y hablan incluso de una nueva guerra israelo-árabe que vendría a añadirse a las de 1948, 1967 y 1973 y sería una verdadera catástrofe para la región.
El Movimiento de Resistencia Islámica Hamas amenazó hoy con atentar contra los colonos israelíes en los territorios ocupados si el Gobierno de Benjamín Netanyahu edifica el anunciado barrio judío en Jerusalén Este.
El primer ministro israelí irá adelante con su proyecto de levantar viviendas para seis mil quinientas familias en el lugar pero, en contrapartida, anunció que edificará otras para tres mil palestinos en diversos barrios del este.
Trató de contener así la indignación suscitada con su iniciativa pero a juzgar por la reacción árabe no parece haberlo conseguido.
Santa para los árabes incluso por el nombre que le dan, Al Quds, sagrada para los cristianos y mítica para los judíos, Jerusalén vuelve a ser la principal manzana de la discordia del conflicto de Oriente Medio.
Desde que el rey David hizo de esta "fortaleza de Sión" su capital mil años antes de Jesucristo, los judíos consideran al conjunto de Jerusalén, de "Yerushalayim", "capital eterna e indivisible" del Estado de Israel.
En setiembre pasado, la apertura del túnel de los Hasmodeos, medianero de la explanada de las mezquitas, provocó fuerte choques entre manifestantes árabes y la policía israelí, que se saldaron con 87 muertos.
La explanada de las mezquitas da acceso al tercer sitio sagrado del Islam, desde donde el profeta Mahoma subió a los cielos, según sus creencias.
Para sopesar la extrema dificultad que encierra la solución del problema de la emblemática ciudad hay que recordar que en este lugar, santo para los musulmanes, sitúan los judíos el emplazamiento del desaparecido y sagrado Templo de Jerusalén, una cohabitación casi incompatible.
El calenturón de fiebre viene ahora de Jerusalén Este, donde según la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) más de un tercio de la superficie total ha pasado de manos árabes a manos israelíes desde 1967.
"Declaración de guerra" según los palestinos más exaltados,
"ruptura de los acuerdos de paz de Oslo", según Yaser Arafat, la
nueva colonia israelí en Jerusalén Este ha puesto en alta tensión
la polémica ciudad donde entrechocan nación y religión.