"En nombre del Gobierno, y con el beneplácito del presidente de la República (Mobutu Sese Seko), he ordenado hoy a nuestras Fuerzas Armadas que conduzcan la guerra, recuperen las regiones actualmente bajo ocupación y restauren la autoridad del Estado", afirmó Kengo.
En un mensaje televisado a la nación, el primer ministro señaló que "se nos ha impuesto una guerra injusta desde hace cuatro meses" y apeló a los zaireños a "permanecer junto a nuestras Fuerzas Armadas" en esta guerra.
Los "banyamulengues" (rebeldes tutsis zaireños de origen ruandés), que el Gobierno de Kinshasa considera que reciben ayuda de los gobiernos tutsis de Ruanda y Burundi, lanzaron una ofensiva militar en octubre que les ha permitido controlar una franja de unos 600 kilómetros a lo largo de la frontera oriental del país.
El primer ministro no aclaró si la contraofensiva del Ejército ha comenzado ya o si se producirá en los próximos días pero, según informaciones procedentes de la ciudad de Kisangani, el Gobierno ha concentrado ya en esa zona una fuerza militar integrada por soldados regulares y unos 300 mercenarios, en su mayoría angoleños y sudafricanos pero también europeos.
Los habitantes de Kisangani han sido testigos en los últimos días del sobrevuelo de helicópteros y aviones y de un intenso movimiento de tropas y armamento.
Kisangani es la capital de la provincia oriental del Alto Zaire, gran parte de la cual está ocupada por los "banyamulengues", y se encuentra a 500 kilómetros al oeste de Goma, ciudad donde los rebeldes han instalado su cuartel general.
La reacción gubernamental era esperada desde finales de año cuando el presidente Mobutu Sese Seko ordenó al jefe del Estado Mayor del Ejército, general Mahele Lyoko, la preparación de una ofensiva "total y devastadora", como la calificó el ministro de Defensa, general Likulia Bolonga.
Según un comunicado de la agencia de prensa zaireña AZAP difundido el 2 de enero, el general Lyoko "recibió instrucciones para comenzar la preparación del personal militar y deshacer al Ejército de bellacos, cobardes, saqueadores y vagabundos".
La nota oficial ponía sobre la mesa uno de los principales problemas con los que se enfrenta el Gobierno para combatir a los rebeldes: la indisciplina, la escasa preparación y la corrupción reinantes en el Ejército.
El dirigente de la principal fuerza guerrillera tutsi, Laurent Kabila, asegura que su lucha va dirigida no sólo a controlar la región hoy ocupada sino también a derrocar a Sese Seko, quien se encuentra nuevamente en Francia desde el 9 de enero para recibir tratamiento del cáncer de próstata que padece.
Los "banyamulengues" se alzaron en armas para evitar su expulsión del país por las milicias hutus ruandesas refugiadas en el este de Zaire y por el propio Ejército zaireño, que les considera extranjeros.
Las hostilidades llevaron a cientos de miles de ruandeses de la etnia hutu refugiados en Zaire y Tanzania a regresar a su país tras dos años de exilio.
Los hutus habían huído de su país ante el temor a posibles represalias del nuevo gobierno tutsi del Frente Patrótico Ruandés que tomó el poder en Kigali en julio de 1994.
Entre los refugiados figuran miles de soldados hutus que participaron en el genocidio de medio millón de tutsis entre los meses de abril y julio de 1994.
Según datos de la Alta Comisaría de las Naciones Unidas para
los Refugiados (ACNUR), 1,3 millones de ruandeses regresaron
durante estos meses a Ruanda desde Zaire y Tanzania y actualmente
quedan unos 300.000 en Zaire oriental y otros 200.000 en Tanzania.