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Entrevista: Jesús es el mesías |
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Un día. un
periodista de Colombia me hizo exactamente la misma pregunta. Yo le conteste:
"No, nada de eso. La cosa es muy sencilla: yo oro y Jesús sana". Al día
siguiente, el saco un artículo en el diario que se titulaba: El Padre
Tardif ora y Jesús sana " . Cuando vi el periódico exclamé: "¡Por fin
un periodista entiende lo que es esto!". El don de sanación es para los
demás, no para uno mismo. A veces yo me he enfermado, y si el don de sanación
fuera para mi mismo, yo me impondría las manos sobre la cabeza, oraría
y quedaría sanado, pero no es así. Cuéntenos una sanación que le haya traído la atención por algo en particular. Yo le voy a contar varias que muetran el buen humor de nuestro Dios. En 1984 estaba predicando un retiro en la ciudad de Monterrey. Durante la Eucaristía era muy difícil repartir la Comunión, ya que los pasillos estaban atestados de gente. Ayudado por unos guardianes me encaminé a la parte trasera. Cuando pasaba por en medio de la multitud, y algunas personas me querían tocar y otros hasta me pedían que les hiciera oración en ese momento, yo pensaba: "Pero si Jesús los puede curar, no se para que buscan al Padre Emiliano..."
En medio de tanta gente vi a una señora con ojos llorosos, que llevaba un pequeñito en sus brazos. El niño me miraba con ternura. Yo me acorde de aquel paralítico de la piscina de Bezata (Juan 5), que no podía entrar al agua milagrosa porque no tenía quién le ayudara. Entonces me acerqué al niño y le di u n be so . El se sonrió y yo seguí repartiendo la Comunión. Ordinariamente no doy besos a la hora de repartir la Comunión, pero en ese momento sentí el deseo y lo hice... Al día siguiente la señora se puso de pie en el micrófono delante de toda la multitud, y dijo: "Ayer, a la hora de la Comunión, el Padre Emiliano paso cerca de nosotros. De pronto, se detuvo y le dio un beso a mi hijito, que tiene dos anos y estaba completamente sordo. Quiero darle gloria a Dios porque desde ayer mi hijo ha comenzado a escuchar. Dios lo ha sanado. Gloria a Su nombre!". A partir de ese momento se me complicó la existencia. Todo mundo quería que lo besara; pero yo les decía: "No, los besos son nada mas para los niños. Las señoras vayan a que las bese su esposo". Sin embargo, la enseñanza fue muy valiosa. Yo no sané a nadie. El beso, por más signo de amor que fuera, no era capaz de sanar ni un dolor de cabeza. Lo que pasó es que llevaba a Jesús en mis manos, y fue Jesús mismo quien sano a este pequeñito que estaba sordo. Yo soy simplemente
como el burro que lleva a Jesús, y por eso el sigue sanando a los enfermos.
Lo peor seria fijarse en el asno y no en el que va montado en sus lomos.
El día que seamos conscientes de que somos portadores de Cristo Jesús,
ese dia se va a transformar nuestro ministerio; ya no hablaremos tanto
de Jesús, sino que le dejaremos actuar con todo su poder. ¿Cual es el principal obstáculo para recibir carismas? Yo creo que el miedo a perder nuestra reputación. Los carismas son una cruz y muchos no están dispuestos a llevarla. El ejercicio de algunos carismas provoca que muchos nos juzguen locos, que otros se burlen y no pocos nos desprecien o persigan. Mientras no estemos dispuestos a morir a nosotros mismos, aun a costa de nuestros privilegios y renombre, no recibiremos estos carismas. Recuerdo muy bien a un párroco vecino que se burlaba de los carismático, y en sus homilías dominicales aseguraba que los que hablaban en lenguas era porque les faltaban vitaminas... Hay muchos que tienen problemas. No le dan espacio al Espíritu para que se mueva libremente. Lo quieren encajonar en moldes preestablecidos y no lo dejan volar con libertad del viento que sopla como quiere. Los que tienen problemas con sus micrófonos es porque son demasiado cuidadosos de lo que los demás opinen. Si fuéramos menos celosos de nuestra reputación, estaríamos más abiertos al Espíritu Santo. El miedo a hacer el ridículo nos impide abrirnos a los carismas del Espíritu. Los carismas ciertamente son humillantes. Nos llevan a la cruz. Por eso muchos les temen y otros los rechazan. Se acaban los horarios de descansos y se recortan las horas de sueño. Por otro lado, la reputación no crece, sino que uno se vuelve blanco de burlas, criticas y sarcasmos... pero en el fondo todo eso se sobrelleva, siempre y cuando no tengan problemas con los micrófonos. Mucha gente cree que el Padre Emiliano Tardif es un santo, ¿que opina usted? Yo me río
de todo eso. A veces, cuando estoy solo y me voy a acostar en la noche,
digo: "Si supieran quien soy yo, se quedarían mas tranquilos". No he dejado
de ser un cura de pueblo en una islita perdida en el Mar Caribe. Nunca
puedo pensar que soy más que el burro que lleva a Jesús. El don de sanación no es signo de santidad, es un don gratuito. Si lo pongo al servicio de los enfermos con paciencia y con amor, puede ayudar a santificarme, porque es puro ejercicio de la caridad, y a veces muy pesado. Un día alguien me dijo: "Emiliano, no te da miedo que la gente te canonice en vida por tanto milagro?" Yo le conteste: 'Prefiero que me crean un santo a que me crean un bandolero". Y ¿que siente cuando la gente no se sana? Me da compasión, pero no siento que se les quite nada. Insisto en que Jesús nunca ha dicho que se sanarían todos los enfermos, sino que nos daría signos para acompañar la evangelización. Las curaciones son signos que acompañan el anuncio del Evangelio, pero no es necesario que se sane todo el mundo, para que se crea en la Palabra de Dios. |
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