Mientras
despejaban los escombros, los propietarios de los hoteles y los funcionarios del
gobierno decidieron dar al balneario su mayor renovación desde que fue fundado
en 1970 en un largo tramo de playa que no tenía más que un cultivo de cocos.
"Es
como si estuviésemos sometiendo una señora de 35 años a cirugía plástica mayor
para convertirla en una señorita de 19 años", ejemplificó Javier Aranda, subsecretario
de turismo en el estado de Quintana Roo, al que pertenece Cancún.
La
renacida Cancún será más tranquila y sofisticada que la antigua. Las autoridades
de turismo quisieron despejar su asociación con las fiestas estudiantiles primaverales
descontroladas para reemplazarla por imágenes de ejecutivos elegantes descansando
en balnearios soleados.
Aun
antes de Wilma, Cancún quería despojarse de su imagen de alborotos estudiantiles
en las vacaciones de primavera, dijo Patricia López, directora de relaciones públicas
en la Oficina de Convenciones y Visitantes de Cancún.
Un
1% de los turistas que vienen a Cancún lo hacen en esas vacaciones, pero tienen
un impacto desproporcionado sobre su reputación, ya que la televisión muestra
sus concursos de bikinis y ebrios revoltosos.
"No
queremos que la gente piense que este comportamiento salvaje es el verdadero Cancún",
dijo López. "Queremos un Cancún que sea elevado y familiar".
Y
por otra parte, los estudiantes universitarios escasos de fondos dejan mucho menos
dinero que los ejecutivos de mayor edad y recursos.
El
hotel Ritz Carlton invirtió 15 millones de dólares y 11 meses en obras de reconstrucción.
Sus huéspedes pueden ahora aprender a cocinar platos mexicanos, asistir a degustaciones
de vinos y disfrutar de habitaciones más amplias con lujos como duchas-lluvia.
Las habitaciones cuestan unos 335 dólares la noche.
"Es
un precio competitivo comparado con hoteles de esta clase en el mundo", dijo el
director de ventas Rafael Vázquez.
Jamie
y Pete Fitzke, de Minneapolis, pasaron su luna de miel en el lujoso Le Blanc Spa
Resort.
"Decididamente
vale la pena pagar unos dólares más para estar en un lugar de clase", comentó
Jamie Fitzkie, mientras tomaba sol en la arena frente al hotel blanco de aspecto
palaciego.
Pero
playa abajo en el más económico NH Krystal, Sarah Daniel, de Dallas, dijo que
no quiere pagar de más.
"Personalmente
no me agradan los lugares realmente burgueses. Por eso, si es muy estirado, no
me le acerco", dijo mientras bebía una piña colada junto a la piscina del hotel
entre un grupo de amistades.
Durante
dos días hace un año, el huracán Wilma convirtió la hilera de hoteles lujosos
de Cancún en una costosa rompiente que dejó los vestíbulos llenos de metales retorcidos,
trozos de mármol, fragmentos de vidrio y escombros. Decenas de miles de turistas
tuvieron que ser evacuados y arreciaron los saqueos en la ciudad.
Llevará
tiempo juzgar el éxito de la renovación multimillonaria de Cancún. Las tareas
incluyeron el añadido de 27 millones de metros cúbicos de arena extraída del fondo
del océano.
Pero
el turismo se está recuperando. En agosto, la tasa de ocupación en los hoteles
era del 76%, inferior al 86% de un año antes de la tormenta, pero de todas maneras
promisoria.
Los trabajadores mexicanos, que van a Cancún en busca de empleos relativamente
bien remunerados, al parecer capearon la tormenta.
La mayoría de los hoteles y restaurantes mantuvieron ocupados a sus empleados
durante la reconstrucción, a menudo con las tareas de despeje y limpieza.
Cancún sigue el ejemplo de Nueva Orleans, que también trata de cambiar su imagen
de ciudad pecaminosa a medida que se repone del devastador huracán Katrina.
Scott Gardner, que ha comprado un espacio de vacaciones en Cancún, rememora el
Cancún original, menos caro.
"Ahora
ya no es más económico. Y si los precios siguen subiendo, entonces mucha gente
se abstendrá de venir", dijo Gardner, técnico de aviación de Washington. "Se hace
difícil para la clase media".
Jim Iacona, director de la agencia de viajes Cancun Holidays, de internet, pronostica
que Cancún seguirá atrayendo a turistas con presupuesto limitado, y no solamente
a los pudientes, debido a que es lo que el mercado demanda.
"Alguna
gente quiere ir a lugares de clase, y es agradable que Cancún tenga algunos para
ofrecer", afirmó Iacona. "Pero el grueso de mis clientes está en el rango intermedio".