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Jerusalén:
¿Quién tiene acceso a Dios? Sara Speicher |
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--En el marco de su trabajo en favor de la justicia y la reconciliación, Jean Zaru ha viajado por todo el mundo. Sin embargo, para recorrer los 15 kilómetros que separan su casa en Ramallah, Cisjordania, de Jerusalén, necesita un permiso especial muy difícil de conseguir. "Como mi auto tiene placa de matrícula palestina, me detendrían al pasar los controles, lo que no ocurre con los autos israelíes". Jean Zaru, cuáquera y ex miembro del Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), habla así a un grupo de jóvenes de los Estados Unidos que participaron, del 9 al 15 de julio, en un seminario de estudio sobre la cuestión de Jerusalén auspiciado por el CMI. Al referirse a las restricciones a la libertad de movimiento, a la discriminación y a la violencia de que son víctimas ella y su familia como cristianos palestinos se pregunta, a veces, si no es una "hija de Dios de segunda clase". Jean es una de los más de 2,5 millones de palestinos que viven en Cisjordania y en la Banda de Gaza a quienes se limita a o se niega el acceso a Jerusalén. En 1993, el Gobierno israelí adoptó medidas de seguridad muy estrictas que, de conformidad con la Sociedad Académica Palestina para el Estudio de los Asuntos Internacionales, "niegan a los palestinos de Cisjordania y de la Banda de Gaza la entrada a Israel, la libertad de circulación entre el Sur y el Norte de Cisjordania y el acceso a Jerusalén". El estatuto de la ciudad está en el centro de un conflicto que dura desde hace más de medio siglo entre palestinos e israelíes. El fracaso de las conversaciones de Camp David en julio de 2000 ha recordado al mundo el abismo que queda por franquear entre la situación actual y el objetivo de paz en la región, así como ha puesto en evidencia que aún está muy lejos la solución del problema de Jerusalén. Una
historia santa y dividida Desde el siglo XIX, Jerusalén es el centro de las reivindicaciones irreconciliables de judíos y palestinos. Estas reivindicaciones tienen complejas dimensiones políticas, territoriales y religiosas, dado que, como se dice en un informe de las Naciones Unidas: "Las dos poblaciones consideran que la ciudad es la encarnación de su propia esencia nacional y de su derecho a la libre determinación". Definición
del problema Al destacar que "el problema de Jerusalén forma un todo indivisible", el director de la Sociedad Académica Palestina para el Estudio de los Asuntos Internacionales, doctor Mahdi Abdul Hadi, distingue seis "componentes", cada uno de los cuales es inseparable de los otros:
Mientras los negociadores buscan soluciones, las reacciones emotivas y las tensiones se exacerban y queda claro que ninguna solución satisfará plenamente a ninguno de los bandos. Daniel Seidemann, un jurista israelí, dijo al grupo: "amamos la misma tierra. No deseamos compartir el mismo espacio. Todos queremos preservar nuestra identidad [pero] compartir la ciudad es inevitable desde un punto de vista político". Faisal Husseini, miembro del Comité Ejecutivo de la OLP encargado del expediente de Jerusalén, considera que Jerusalén es la clave de la estabilidad del Oriente Medio. "Resolver el problema palestino e instaurar el Estado Palestino contribuirá a la estabilidad de la región y a una mayor cooperación... Tratemos de encontrar nuestra solución en paz, sin castigarnos unos a otros". Para Anat Hoffmann, miembro del Consejo municipal de la ciudad, se magnifican los problemas concretos de Jerusalén debido a la complejidad del conflicto. "Pensando en términos prácticos", dice, "es posible resolver cualesquiera de los problemas. Pero Jerusalén no es una ciudad como las otras: es una metáfora". El problema de Jerusalén tiene profundas raíces religiosas, culturales e históricas. Pero es necesario aportar respuestas sin demora para aquellos que viven allí y que se enfrentan con un futuro incierto y conflictivo. Desde hace tiempo el CMI sostiene que "el problema de Jerusalén no es sólo una cuestión de protección de los santos lugares, sino que está orgánicamente vinculado a las personas que viven allí, a su religión y a sus comunidades". Los medios de comunicación de todo el mundo se centran a menudo en el conflicto entre dos pueblos: israelí y palestino, y entre dos grandes religiones: judaísmo e Islam. Los cristianos de otras regiones olvidan, a veces, que, en Jerusalén y en sus alrededores, hay una presencia cristiana local pequeña pero significativa que tiene que hacer frente a su singular situación de doble minoría. Los medios de comunicación de todo el mundo se centran a menudo en el conflicto entre dos pueblos: israelí y palestino, y entre dos grandes religiones: judaísmo e Islam. Los cristianos de otras regiones olvidan, a veces, que, en Jerusalén y en sus alrededores, hay una presencia cristiana local pequeña pero significativa que tiene que hacer frente a su singular situación de doble minoría. Los cristianos en Jerusalén El obispo Munib Younan de la Iglesia Evangélica Luterana de Jordania observa que hay cada vez menos cristianos en Jerusalén y que actualmente sólo viven allí 5.000 cristianos. Tiene miedo de que "si se pierden las iglesias locales, se pierda el cristianismo en Jerusalén". Y expresa, además, que las iglesias luchan sobre todo por "la igualdad de derechos y de responsabilidades" en Jerusalén, en particular por el derecho al libre acceso a los santos lugares. Su beatitud Torkom Manoogian, patriarca de la Iglesia Ortodoxa Armenia de Jerusalén, destaca la larga y constante presencia de los cristianos y de la iglesia en Tierra Santa y el papel que han desempeñado los patriarcas armenios, ortodoxos griegos y latinos para salvaguardar los santos lugares, en particular la Iglesia del Santo Sepulcro, de conformidad con el edicto del statu quo de 1852. Y observa: "mientras se examina el futuro de la ciudad, deben mantenerse el papel y las responsabilidades de las iglesias". Los cristianos palestinos representan actualmente sólo el dos por ciento de la población de Jerusalén, y el tres por ciento de la población de los territorios ocupados. Aproximadamente el 59 por ciento son de tradición ortodoxa, el 36 por ciento católicos, y el cinco por ciento protestantes. En el Israel Yearbook Almanac de 1999 se describe su precaria situación poniendo de relieve que "como cristianos árabes constituyen una doble minoría: árabes en medio de la población de Israel en su mayoría judía, y cristianos en una sociedad israelí predominantemente árabe musulmana". A las diferencias en número y en recursos de la comunidad cristiana se suma el hecho "de que los que se precian de tener identidad palestina se encuentran en una posición de inferioridad en relación con los israelíes". En el Israel Yearbook Almanac de 1999 se describe su precaria situación poniendo de relieve que "como cristianos árabes constituyen una doble minoría: árabes en medio de la población de Israel en su mayoría judía, y cristianos en una sociedad israelí predominantemente árabe musulmana". A las diferencias en número y en recursos de la comunidad cristiana se suma el hecho "de que los que se precian de tener identidad palestina se encuentran en una posición de inferioridad en relación con los israelíes". Para complicar aún más las cosas, los judíos israelíes suelen considerar a los cristianos como pertenecientes a las dos grandes mayorías que representan el mundo árabe y la población cristiana más amplios. Los musulmanes relacionan a los cristianos de Jerusalén con el poderoso occidente cristiano y rara vez los consideran una "minoría en peligro". La comunidad cristiana local debe velar por que se tengan en cuenta las preocupaciones de los cristianos en las negociaciones del Estatuto definitivo de la ciudad y por promover la paz y la justicia. El Centro Ecuménico Sabeel es uno de esos esfuerzos a partir de la base. Para Jean Zaru, vicepresidenta de la Junta de Sabeel, y uno de sus miembros fundadores, el centro se esfuerza por "construir una sociedad pluralista" y por "aportar un enfoque basado en la fe al proceso de paz y justicia". La susceptibilidad en las relaciones entre los creyentes de las distintas religiones es un asunto clave y, a veces, hay tensiones con la comunidad cristiana internacional. Algunos cristianos fundamentalistas califican al Islam de "satánico", "lo que hace más difícil mi vida como cristiana que participa en actividades interreligiosas", explica. Los cristianos y los musulmanes han vivido uno al lado del otro durante siglos en esta región. "Los palestinos son cristianos y musulmanes pero constituyen un ctúnico pueblo" dice el padre Maroum Laham, rector del Seminario del Patriarcado Latino de Jerusalén. La comunidad cristiana local reivindica unánimemente una ciudad abierta a las tres religiones monoteístas. "La historia es nuestra mejor maestra", dice el padre Laham, "siempre que los cristianos u otras religiones han intentado apropiarse de Jerusalén, la respuesta ha sido el rechazo. Queda claro que Jerusalén no puede permanecer durante mucho tiempo bajo el dominio de una religión o de un pueblo". En una histórica declaración de 1994, el Memorándum Conjunto de Sus Beatitudes y de los Jefes de las Comunidades Cristianas de Jerusalén sobre la importancia de Jerusalén para los cristianos, se exhorta a todas las partes a "que vayan más allá de visiones o acciones que reflejan actitudes exclusivistas, y que examinen, sin discriminación, las aspiraciones religiosas y nacionales de los otros, a fin de que Jerusalén recupere su auténtico carácter universal, y que sea un lugar santo de reconciliación para la humanidad". ¿Respuestas
posibles o más preguntas? Tambien: JERUSALEN, TRES VECES SANTA, DE NUEVO EN EL OJO DEL HURACAN |
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